Sentirse en casa (Aaron)

Hacía ya dos semanas que había llegado al lugar, y si bien había conocido varias personas agradables aún extrañaba demasiado mi lugar. Llegue a la playa con la esperanza de sentirme un poco mejor, o al menos por estar cerca del mar sentirme cerca de mi familia, de mi hogar. Camine bastante por allí pero no logre sentirme muy a gusto. Me senté en la arena mirando el horizonte.
Llevaba puesto un jean gastado, un remera de tiras blanca y en la mano llevaba las zapatillas que antes tenía puestas, aún no me acostumbraba a este clima, por lo que a decir verdad estaba muriendo de frío pero no quería irme de allí, no aún.

Después de una noche de fiesta lo mejor era quemar adrenalina y todo el alcohol que había ingerido por la noche, había dejado una chica en casa de la que ha decir verdad no me acordaba del nombre, pero bueno le había dejando una nota sustituyendo el nombre por muñeca, en supuesto plan cariñoso, que de ello no tenía nada en absoluto, pero siempre me servía. Esperaba que no me volviera a llamar o que no quisiera volver a quedar conmigo ya que no me apetecía volverla a ver, ni siquiera era mi tipo. Definitivamente yo estaba muy mal, no iba a decir que necesitara novia, pero sí algo un poco mas estable que chicas de una noche, por que esto me estaba sentado demasiado mal ya.

Comencé a correr por la arena seca primero, pues necesitaba hacer un esfuerzo que no me hiciera pensar en anda más que en el esfuerzo que tenía que hacer después de 10 minutos corriendo por la arena seca, pero eso nunca me funcionaba por más que lo intentaba, ya que siempre me ponía a pensar en algo fuera lo que fuera. El día de hoy se decantaba por el trabajo, había tenido un paciente que me había dejado medio tonto con las cosas que le habían pasado en su vida, la infancia tan infeliz y la clase de parejas que había tenido, lo que mas me afectaba puede que fuera que veía un reflejo de mi en esos hombres, puede que yo también estuviera haciendo esa clase de baño a otras personas, y eso me hacía mucho mal.

Me paré por un momento, ya cansado de correr y sudando como un pollo asado, intenté recobrar un poco de aire para después irme corriendo hacía el agua y darme un chapuzón, de manera que este liquido me quitara un poco el olor a sudor que debía de tener y de camino también el calor. Después de nadar un poco en el agua me salí para fuera y me fui a sentarme en la arena justo en el borde donde se acababa la arena mojada y empezaba la arena seca.