It's the perfect recipe! [Ban Shogo]

Era temprano aún... temprano para Ren-chan. Todavía no llegaba y yo sentía que iba a enloquecer. No había muchos clientes, a decir verdad, pero para lograr hacer todo solo, había tenido que "hacer trampa" y lavar los trastes simplemente transmutando los restos de comida en aire. También había hecho trampa para hacer hervir el agua, pero es que necesitaba estar en dos lugares a la vez. Empezaba hasta a hablarme solo, pero en fin.

Salgo a servir uno de los platos y veo que alguien llega. Le sonrío e inclino la cabeza, como indicándole que en un momento estoy con ella. Caminar por el salón me calmaba, porque no puedo andar gritando desesperado frente a los clientes. Sirvo y voy a tomar un menú, para finalmente acercarme a la nueva clienta.

De inmediato noto que es ángel como yo y eso me hace sonreír aún más.

- Bienvenida.

Le entrego el menú. Parece cansada, así que hago nota mental para darle más suave la comida que pida.

- Soy Ban, y seré su mesero el día de hoy. Le recomiendo los ravioles de queso y carne, servidos con salsa de tres quesos y suaves. O espagueti a la carbonara.

Sonrío y espero.

Le sonrió de vuelta al mesero cuando éste le entregó el menú, y alzó la ceja al notar algo en él. ¡Qué casualidad! ¡También era un ángel! Tampoco era para sorprenderse tanto, ya que sabía que había uno que otro en Fantasy Land - así como Demonios, y otras criaturas - pero nunca se había encontrado con uno.

- Gracias - le respondió a la bienvenida y rápidamente añadió - Creo que pediré los ravioles de queso y carne - le echó un vistazo rápido al menú para ver las bebidas - Y un té, si no es mucha molestia, por cierto, creo que el restaurante cayó directamente del cielo - Dijo esperando que notara el otro sentido de sus palabras - La comida italiana es mi favorita .

Mientras esperaba por la comida empezó a ordenar su agenda mentalmente. En verdad que se le apetecía una pequeña siesta luego de almorzar. A pesar de su condición de ángel, mientras no estuviese en el cielo, su cuerpo tenía las mismas necesidades que las de los humanos, y entre éstas destacaba el tener que recuperar energía. Hizo una pequeña mueca, tenía que limpiar su apartamento, decidir que canciones interpretaría esa noche... Suspiró. Tantas cosas y tan poco tiempo.

Voy directo con la nueva clienta y hago todo lo que puedo para dar una buena impresión. De mí depende que venga otra vez. Sonrío de nuevo y apunto la orden, anotando que es la nueva clienta y está cansada. Tal vez no sea mucho, pero podría intentar animarla con la comida.

- ¿Té de cuál? Tengo té helado... puedo servírtelo no tan frío. Pero de lo que gustes. Y no es ninguna molestia.

Río un poco cuando dice que el restaurant le cayó del cielo.

- La mía también. No tiene mucho que abrí este lugar. También soy el chef, sólo que cuando no hay tanto personal también hago de mesero. No tardo...

Me había subido el ánimo escuchar que su comida favorita era la italiana. Es que es deliciosa. Camino con calma, pero en cuanto entro a la cocina, corro. Lo más rápido que puedo, preparo los ravioles, dejándolos cocinarse más de lo normal para que estén suaves y mientras caliento la salsa de queso, uso mi poder para transmitirle tranquilidad a la comida. Preparo y decoro el plato, sabiendo que en cuanto coma, se sentirá más tranquila. Para estas cosas, me encanta mi poder. Sirvo el té y llevo todo hasta su mesa.

- Disculpa la espera...

Siempre decía lo mismo, aunque después de mi experiencia como chef en otros lugares, cocino bastante rápido. Le sirvo.



- Espero que te guste, buon appetito.

- Té helado, por favor, y sí, creo que no tan frío, no querría enfermarme, creo que eso sería bastante malo para mí - Especialmente porque si lo hacia, afectaría en su trabajo y no podía permitirse el lujo de hacerlo, además cantar era algo que le gustaba, por lo que debía tener mucho cuidado.

Alzó las cejas al escucharlo. Vaya, pues sus respetos ya se los había ganado, imaginaba que no era fácil tener que hacer ambas cosas a la vez, pero al parecer él había encontrado una forma de organizarse para que funcionara. Sonrió al verlo dirigirse a la cocina, tal vez la próxima cosa que estudiase fuese Gastronomía, le gustaba cocinar, pero no tenía el tiempo para hacer cosas tan elaboradas, ni los conocimientos.

Observó que regresaba con el té y la comida. Vaya, eso era rápido. ¿No había mencionado que él era el chef?. Sintió la boca hacerse agua al ver la comida - ¡Se ve delicioso! - exclamó con una sonrisa - Estoy segura de que me gustará - Lo miró alejarse para atender a una pareja que recién había entrado al establecimiento. Suspiró antes de tomar el tenedor y llevárselo a la boca. No sólo se veía delicioso, también lo estaba. Siguió comiendo, dándole de vez en cuando un sorbo al té. Que extraño, ya no se sentía estresada.

Una vez hubo terminado, tomó la servilleta que se encontraba a un lado del plato y lo llevó a su boca, limpiando cualquier residuo de la salsa de queso, de sus labios. Le apetecía un postre, además no siempre se daba el lujo de ir a un restaurante, por lo que iba a aprovechar. Alzó un dedo para llamar la atención del joven y una vez hubo llegado hasta la mesa habló - Estuvo para chuparse los dedos, mis felicitaciones al chef - le sonrió - Creo que tan buena comida, merece un buen postre ¿Qué me recomiendas ahora? - preguntó, estaba segura de que fuese lo que fuese que dijera, estaría igual de delicioso que los ravioles.

Ofrezco traerle el té no tan frío y cuando menciona que no quiere enfermarse, sé que lo mejor es traerlo al tiempo con un muy ligero toque frío. Y sin hielo. Lo apunto.

- ¿Por qué sería malo enfermarse? Aparte de lo obvio, claro.

Me apuro como siempre para cocinar y uso mi poder. Para transmitirle tranquilidad a la comida y para dejar el té a una temperatura adecuada con alquimia. Regreso a la sala para servirle y sonrío ampliamente al ver su reacción a la simple apariencia de la comida.

- Disfrútelo.

Me disculpo con una reverencia y voy a atender el resto de las mesas. Poco a poco empiezan a vaciarse y respiro aliviado porque entonces mi trabajo será más fácil. Al menos hasta que dé la hora de la cena. Voy llevándome los platos, cobro y la nueva clienta llama mi atención antes de que vaya a ver si le falta algo.

Recojo los platos en un brazo y sonrío agradeciendo el cumplido.

- Muchas gracias, de verdad.

Me encanta ver a la gente feliz después de comer mi comida. Justo por esto es por lo que soy chef.

- Bueno, la especialidad de la casa es el tiramisú al Bambino. Lo servimos con helado de vainilla y un poco de fruta. Pero también tenemos pasteles y tartaletas de fruta.